El poder de sentir vergüenza
- comunidadfreodom
- 30 abr 2024
- 5 Min. de lectura
El aislamiento, el sentirnos rechazados y el no poder establecer relaciones significativas y profundas son conductas que nos llevan al primer paso del espiral de la conducta sexual no deseada: la vergüenza.
Caemos en un ciclo del cual no podemos salir y preferimos no mostrarnos como somos, porque nuestros pensamientos centrales pueden ser:
No soy digno de ser amado.
Si la gente realmente me conociera, me rechazaría.
No puedo confiar en nadie, ni siquiera en Dios, para satisfacer mis necesidades.
Debo encontrar algo que pueda controlar y que satisfaga mis necesidades.
La pornografía/el sexo es mi mayor necesidad y fuente de consuelo.
(Peter C. Kleponis. Pornografía: Comprender y afrontar el problema (p. 356). Spiritu Media SL.)
Te invito a reflexionar sobre estas preguntas mientras lees este recurso:
¿Qué haces cuando sientes vergüenza por algo?
¿Detrás de la vergüenza que sientes, identificas el miedo a ser rechazado?
¿Crees que exponernos a ser vistos es justo lo que se requiere para sanar la vergüenza que solo te aísla?
Pregúntate: ¿La vergüenza que siento tiene su fuente en las cosas que hice o en las cosas que me estoy diciendo sobre lo que hice?
La vergüenza como aliado en mi proceso de sanación
El primer paso para tomar de "aliada" a la vergüenza que sentimos sobre nosotros mismos es necesario entender primero cómo funciona su ciclo partiendo de una ejemplificación de la base cognitivo-conductual.
El Ciclo de la Vergüenza
1. Siento.
2. Pienso.
3. Actúo.
Ejemplo:
Siento que doy vergüenza porque no puedo dejar de masturbarme.
Acepto esa emoción y me avergüenzo de mí mismo.
Actúo de acuerdo a cómo me hace sentir ese pensamiento para darle sentido a mi sentir y pensar. Por tanto, me sigo masturbando y sigo alimentando el espiral de la conducta sexual no deseada.
El acto siguiente es aislarme y poner una máscara porque no quiero sentir ni exponer mi vergüenza.
Resultado: Pienso que no soy digno de ser conocido ni reconocido tal cual soy y pierdo la oportunidad de que alguien me de justo lo que necesito: Amor, comprensión y acompañamiento.
Pero, ¿cuándo vas a querer romper ese ciclo de vergüenza y máscaras? ¿No estás cansado de mostrarte fuerte, de aparentar que todo está bien, o de aislarte y encerrarte en ti mismo, y por ende, volver a caer en compulsiones sexuales?
¿Hasta qué punto vas a decidir tomar responsabilidad sobre tus sentimientos, pensamientos y acciones?
Tu psique es un regalo de Dios. Tu voluntad es la capacidad de decidir por cada día de tu vida y optar por tu bien. ¿Por qué no sacas provecho de los grandes bienes que Dios te ha dado?
Cristo, mayor ejemplo para redimir mi vergüenza
Después de recrear, estos últimos días, la escena de Jesucristo en la Cruz, estando desnudo, hecho un gusano ensangrentado, despojado de su dignidad personal y recibiendo el tipo de muerte que se les da a los peores violadores, ladrones, estafadores, de aquel tiempo.
Nuestro Señor en la cruz pide y reclama perdón y misericordia al Padre por sus verdugos. Mira a los ojos al hombre que lo acompañaba y le entrega a su madre. Reconoce su sed y pide de beber. Y al final reconoce que todo está completo y entrega su espíritu.
¿No crees que, después de la gran traición y martirio que le hemos infligido a Jesucristo, nosotros merecemos la muerte?
Sin embargo, en ese momento, nos reviste de dignidad, redención, sanación y restauración a través de los méritos de su pasión y resurrección. Todo esto porque ese hombre de dolores perdió su vergüenza cumpliendo su misión.
Se expuso de tal manera hasta morir desnudo y ser clavado en una cruz injustamente, para darnos vida. Ahí encontramos el mérito de la vulnerabilidad y de ser expuestos en nuestra peor circunstancia.
¿Por qué, cómo fue capaz? Porque primero se sabía amado, en comunión con su Padre y con el Espíritu Santo. Dentro de su comunión trinitaria de amor reside su seguridad y su identidad. ¿En dónde tú has puesto tu seguridad e identidad?
Ahí, en medio de tus pecados, tus miserias, tus caídas repetidas, cada vez que aceptas la misericordia de Dios y te identificas con ella, eres y participas de esa misma Trinidad de Amor.
No pongas tu seguridad ni identidad en tus caídas, sino en tu identidad de ser hijo/a y esposo/a en esta misma Trinidad.
Rompe el ciclo
Empieza a romper el ciclo de la vergüenza partiendo de esta verdad, yendo a la caza de tu vergüenza cada vez que quiera asecharte.
¿Cómo vas a lograrlo? Reconociendo tu emoción auténtica que hay detrás de tu vergüenza y exponiéndola a la luz de tu verdad en Dios, y compartiendo ese sentimiento o emoción con tus hermanos y hermanas que te acogen y te reciben tal cual eres.
Por ejemplo, tengo pena y vergüenza porque se supone que necesito ser coherente entre lo que hago en mi parroquia o en mi apostolado y lo que hago de manera personal, en mi vida sexual.
Reconozco que no soy coherente con ello. Eso me genera pena, me aislo, mejor guardo silencio y me encierro en mí.
El acto contrario sería reconocer mi vulnerabilidad y mi adicción a la pornografía, lo cual me hace sentir humano, limitado e incoherente. Por tanto, comparto en mi ambiente de confianza, me hago vulnerable, expongo mi miseria y me doy la oportunidad de ser perdonado y amado.
Soy abrazado, soy amado, así tal cual soy. De esta manera recibo una dosis de confianza para seguir en mi lucha, pero ahora con personas que me sostienen con su oración y su apoyo cada vez que lo necesito.
Rompe el ciclo a través de la reconciliación
Te pregunto, ¿acaso no es esta dinámica la misma dinámica del sacramento de la confesión y/o reconciliación?
¿Por qué Dios quiso elevar a sacramento este acto de plena vulnerabilidad haciéndolo un acto fuente de sanación y compromiso?
Valora los medios que Dios, a través de nuestra Madre Iglesia, nos da. Y empieza a ser un cristiano coherente. No serás perfecto, pero sí podrás ser coherente con tu amor filial a la Iglesia, reconociendo tu condición y tomando de ella todos los bienes que nos da.
Así, al final del camino de tu vida, reconocerás que fueron más grandes los momentos de amor y reconciliación que recibiste en tu vida, que las grandes caídas y batallas con las que luchaste.
El objetivo de esto será abrazarte tal cual eres, entenderte y, cada vez que te levantes, tomar mayor responsabilidad de tu vida, para superar cada día más tus caídas.
Así el Señor promete la sanación. Toma tu cruz, reconóceme como tu Señor y sígueme, (cfr. Mt. 16:24) que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso. (Lc 23:43)
Espero que estos recursos te sean de ayuda para ti y para aquellos a quienes acompañas en este desafío.
Si tu adolescente, novio(a) o esposo(a) lucha con esto, invítalo a conocer el temario de nuestro programa RESTORED, disponible en el siguiente enlace: https://www.freodom.online/restored
Mensaje importante:
No queremos que el dinero sea un impedimento para que más hombres y mujeres reciban herramientas accesibles y confiables en su proceso de restauración, sino que puedan recibir la ayuda necesaria.
La mitad de nuestros participantes han recibido una beca para vivir el programa.
Si tú quieres contribuir a sostener este proyecto y seguir haciéndolo posible, te invito a conocer las maneras en que puedes colaborar, desde comprar un artículo hasta donar una beca para una persona que lo necesite, y a mantenernos en tus oraciones para recibir la gracia de la sanación y liberación en Dios.
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